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Horney consideraba a la ansiedad (una reacción del individuo a peligros reales o
imaginarios) como una poderosa fuerza motivacional. Mientras Freud creía que la ansiedad
surge por lo regular de conflictos sexuales, Horney resaltaba que los sentimientos
de ansiedad también se originan en una variedad de contextos no sexuales. En la
niñez, la ansiedad surge porque los niños dependen de los adultos para su supervivencia.
Inseguros acerca de recibir el cuidado y la protección continuos, los niños desarrollan
protecciones internas, o defensas, que proporcionan satisfacción.
De acuerdo con Horney (1937), los adultos ansiosos adoptan una de tres estrategias
de afrontamiento, o tendencias neuróticas, que los ayudan a manejar los problemas
emocionales y a garantizar la seguridad, aunque a costa de la independencia personal: acercarse a la gente (sumisión), atacar a la gente (agresión) y alejarse de la gente (desapego).
La confianza característica de cada persona en una u otra de esas estrategias se
refleja en sus patrones de conducta o tipo de personalidad.
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